Las imponentes dimensiones de la residencia Yarur Bascuñán generan espacios de gran amplitud. Los grandes ventanales privilegian la iluminación y vista panorámica, sus amplias puertas, fabricadas en madera de encina, crean un ambiente cálido y moderno. La construcción está inserta en un parque de 13.770 metros cuadrados, compuesto por árboles y plantas de especies nativas y exóticas. En el jardín, diseñado por el destacado paisajista chileno-japonés, Luis Nakagawa, se puede apreciar el aspecto meditativo inspirado en los jardines orientales tradicionales.
La decoración interior de la casa estuvo a cargo de Mario Matta Echaurren (1913-1973), hermano del pintor Roberto Matta, quien en su momento afirmó que “el espacio y distribución de esta residencia era un acierto arquitectónico”. La creatividad y originalidad de este destacado decorador quedó plasmada en los numerosos muebles que diseñó en forma especial para esta casa. Sus ideas se unieron al inconfundible estilo de Luis Valdés Freire (1903-1986), quien fue el encargado de fabricar la mayoría de los muebles. La posterior incorporación de objetos y antigüedades de diferentes culturas dieron el toque final y personal a esta obra arquitectónica.
La casa fue sometida a un proceso de restauración que se extendió por ocho años, para poder contar con los estándares internacionales necesarios para emplazar un museo y, al mismo tiempo, para preservar sus pinturas, papeles murales y accesorios originales. Varias de las habitaciones de la residencia se encuentran permanentemente abiertas al público para su exhibición.